Muchos, muchos años antes del día en que comienza esta historia vino al mundo un niño bastando a quien, el día en que vio la luz, le tocó también ver la infamia, la injusticia y el destierro. Él y su madre fueron expulsados esa misma noche de su casa y de sus tierras por Candelaria de Lagos, esposa de Arturo Lagos,  padre clandestino de la criatura.  Ese niño hoy es un hombre, Eusebio,  medio hermano único y secreto de Alejandro Lagos. Solo una persona sabe de su existencia. María, ama de llaves de la casa Lagos y madre de Eduardo Montenegro.

Eduardo y Florencia son, respectivamente, el hijo del ama de llaves y la hija menor de los dueños de la gran hacienda. Los dos infantes se enamoran día a día sin conciencia del abismo que los separa y del destino que los amenaza.

El arma con la que Eusebio ejecutará su venganza tiene nombre. Paulina Riascos. Ella llegará a la vida de los Lagos como insignificante empleada y desde allí asestará tres golpes: Asesinará a Genoveva de Lagos, esposa de Alejandro,  se casará con él y, urdirá una calumnia para que Eduardo sea expulsado de la hacienda y del lado de su madre a quien debe eliminar por ser ella la única persona que sabe de la existencia de su mentor Eusebio.

 Condenado a abandonar la hacienda a los 10 años, es enviado a un internado lejos de su tierra. de su madre y de Florencia. Eduardo pasará allí once años  hasta que, ayudado por un sacerdote que ve en él las cualidades de un diamante en bruto, lo beneficia con una beca para estudiar en el exterior. Eduardo termina su carrera y vuelve a la hacienda de los Lagos justo días antes de la muerte de su madre y del matrimonio de su adorada Florencia con Renato León.

Es entonces cuando Eduardo, aprovechando que nadie sabe de su llegada y que en 15 años su fisonomía es irreconocible, esconde su identidad y se introduce en la familia Lagos para hacer justicia con todos los que fueron responsables de su destierro, el desamor de Florencia  y del dolor y muerte de su madre. Con lo que Eduardo no cuenta es con que para clamar justicia tendrá que enfrentar, en la última batalla, a Eusebio quien le dará a escoger entre honrar la memoria de  su madre o eliminar a los Lagos y con ellos a Florencia, el amor eterno de su vida.