Lo original es un mito al que le pasa lo mismo que al mito de la humildad. Nos hacen creer desde siempre que el concepto humildad se refiere a una actitud indigna, casi mendicante frente a los demás y a la vida, cuando la realidad es harto distinta. Humildad viene de humus (el suelo, la tierra) y humilde es aquel que tiene los “pies en la tierra” es decir, aquel que tiene sentido de la realidad y sabe quién es. Por eso es humilde Bill Gates al afirmar que es uno de los hombres más ricos y poderosos de la tierra. Y es humilde Donald Trump al referirse a si mismo como un político poderoso, a la vez que también es humilde el desarraigado que confiesa no tener tierra en donde poner su cuerpo.
Originalidad se refiere el origen, no a la exclusividad ni a la extravagancia. Por eso buscar ser original no tiene nada que ver con buscar lo extraño o lo raro. Lo original es aquello que conecta con el origen. El origen de todo ser humano es singular, único e inalienable. El punto que nos corresponde en el universo nos pertenece desde que las dos células se amasaron en el útero de nuestras madres y se dio lugar a una nueva vida, es este el origen que nos acompaña en toda la extensión del primer al último respiro.
En el devenir de los días a causa de infinitos acontecimientos, unos externos y otros íntimos, tendemos a perder la referencia del origen y compramos puntos de vista masivos que nos permiten ser aceptados en el grupo social y que nos confunden el vínculo con el origen. Por eso adoptamos “verdades dadas” que ni siquiera cuestionamos y compramos formas de ser masivas que nos garantizan lo políticamente correcto sin compadecerse de nuestra esencia y de nuestro real punto de vista, que muchas veces no conocemos.
Ser original no exige ser raro, ni llamativo, tampoco excéntrico, ser original demanda dos características que me permito señalar como virtudes: Consciencia y Coraje.
¡Consciencia para saber quién eres, y coraje para ser!
